martes, 1 de febrero de 2011

Jim Morrison. Una biografía

¿Jim Morrison era un buen escritor? Pues no, pero sí uno de los mejores intérpretes y frontman que ha dado el rock; ya quisiera Bunbury hacer un pacto con el diablo para parecérsele al menos en uno de sus rizos. The Doors no suenan bien en Mp3, pero tampoco en CD ni en K7, es sonido auténtico de vinilo, hipnótico, denso y muy caliente, esperemos que no los descubran los triunfitos ni los modernos amantes de lo retro.

Si algo tienen que temer los grandes artistas y personalidades después de su muerte es a convertirse en iconos pop, teniendo que esponsorizar unos grandes almacenes o aparecer en camisetas y chapas que lleven los gafapastas del momento junto con sus zapatillas converse, y si además eres fotogénico (como Jim Morrison, Che Guevara o Marlon Brando, pues doble problema); de momento parece que Mr Mojo Risin se ha librado de este sufrimiento ya que afortunadamente no anuncia ningún refresco o coche como pretendieron que hiciera con “Come on, Buick, light my fire”.

Jim Morrison fue un artista, un chamán, un intérprete genial cuyas aspiraciones se inclinaban hacia el cine y la literatura. En España, hasta no hace tanto, no hemos tenido mucha bibliografía sobre él, siendo lo más usual los libros de Espiral de la Editorial Fundamentos y los recortes que nos llegaban de la Rolling Stone y Kerrang! El Grupo Robincook con su sello Ma Non Troppo, viene desde hace unos años paliando la carencia de este género en español con biografías y estudios de los mejores géneros de música, y con El enigma Jim Morrison del curtido Stephen Davis (también ha escrito sobre los Rolling o los Zeppelin) llena un hueco importantísimo para los fieles al auténtico rock de los sesenta y setenta.

Todos los aficionados sabemos de la evolución discográfica de los Doors, los hipnóticos rituales en que se convertían los conciertos, los excesos con las drogas y el alcohol, las peleas de Jim con Pamela… por eso este libro me ha encantado, porque viene a profundizar en el lado menos conocido de Morrison y que también resulta fundamental para intentar comprenderlo, sobre todo los capítulos sobre su infancia y sus últimos días en Europa. Basándose en una extensa bibliografía, además de nuevas entrevistas y testimonios, Stephen Davis intenta recrear los primeros años de un niño que sufrió abusos sexuales en el entorno familiar, la fascinación infantil por lagartos, víboras y sapos desarrollada al vivir junto al desierto o la impactante visión de James Dean en ‘Rebelde sin causa’. Hay capítulos que describen a la perfección sus influencias, con títulos como ‘Nietzsche y Bo Diddley’ y vivencias con sus compañeros de piso que demuestran la visceralidad del genio, como cuando descubrió a Elvis. Otro aspecto que el autor cuida mucho en la biografía es la del peculiar contexto social y político en el que crecía Jim, con la guerra de Vietnam como omnipresente telón de fondo y la convulsa vida política norteamericana de los años sesenta. Y junto a los pasos de evolución del artista también acompañamos a la pelirroja Pamela Courson que con diecinueve años entró en la vida de Morrison convirtiéndose en el apoyo y flagelo que necesitaba, su amor hasta la muerte.

Si la faceta musical es el principal arma de Morrison, no son menos interesante sus estudios e inmersión en el mundo del cine en la UCLA y sus inquietudes literarias de las que Davis da buena cuenta con multitud de referencia para cada época (una colección que seguro que quieres para ti); todo esto sin olvidar que el principal legado fueron las canciones, empezando tras el ejemplo de Las puertas de la percepción donde se sembró el germen del futuro grupo The Doors-Open and Closed, y las desilusiones al patearse todas las compañías discográficas hasta llegar a la Columbia. Y es que los Doors tuvieron una carrera muy corta pero intensa (1965-71) con más de cien canciones y algunas realmente buenas para sobresalir en una época donde la nómina impresionante de grupos en la primavera del 66 eran Love, Iron Butterfly, Three Dog Night, Zappa, Byrds, Buffalo Springfield… si eres aprensivo más vale no mirar la lista de los éxitos de hoy y compararla con la de entonces.

Somos muchos los que sintiendo admiración y respeto por El Rey Lagarto hemos llegado hasta los pies de su tumba en el cementerio de Père Lachaise (donde también se hallan los restos de Oscar Wilde, La Fontaine, Molière, Chopin…), así que resulta muy significativo leer las páginas del exilio europeo de Morrison, que siguiendo la recomendación de un abogado huyó a París para evitar que lo pudieran ‘neutralizar’ en la cárcel cuando lo juzgaran por crímenes sexuales y delitos fiscales; Francia era el mejor refugio para jóvenes estadounidenses que huían del reclutamiento para Vietnam, ya que las condenas que cargaba Morrison no eran suficientes para extraditarlo a EEUU. Como última curiosidad hay un par de párrafos que reflejan los últimos días de la pareja, los últimos momentos felices, viajando en coche hasta Gibraltar atravesando España y parándose en el Museo del Prado para ver El jardín de las delicias o en Granada mientras que Pam graba a Jim con una Super 8 cuando están en la fuente de los leones de la Alhambra. Qué bueno. Let it roll, baby, roll!
 

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